Bienvenidos a mi cabeza, a mi mente, a mis sueños... No sé si se tratará de una bienvenida agradable, divertida, extaña o simplemente será un pasatiempo. Dicen que todos soñamos mientras dormimos, pero solo unos pocos lo recordamos al día siguiente. De la misma manera que dicen que quienes se acuerdan de lo soñado no han descansado. Pues bien, ese es mi caso. Y espero no ser la única.
Sí, todas las noches sueño. Y sí, todas las mañana me acuerdo de lo soñado. Es cierto que a veces de forma más nítida y otras menos, a veces son imágenes inconexas pero la mayoría de las ocasiones se trata de historias subrealistas con inicio, desenlace y... fin, porque me despierto!
Pues bien, me decido a hacer este blog para contaros todos los días lo que he soñado la noche anterior. Jamás se me habría courrido hacer esto, hasta que ayer una compañera de trabajo, después de contarle lo que había soñado la noche anterior, me lo propuso. "Muchos se sentirán identifcados contigo"... Hummm, puede ser...o no, pero por lo menos dejo plasmado las mil hisorias y vidas que cada noche recreo en mis sueños. Aquí va la de anoche.
Me caso. Después de 13 años con mi novio, por fin nos hemos decidido a dar el paso. Rápidamente salgo a la calle y entro en la primera tienda de vestidos de novia que veo. Me pruebo uno y me lo compro. Me lo guardan en una bolsa de basura y salgo feliz a la calle. ¡Por fin lo tengo! Además, es mi novio quien carga con él a lo largo de toda la avenida. Ahora toca elegir uñas (jamás me he arreglado las uñas, es más, uno de mis vicios y defectos es mordérmelas), entramos en un taller-mercería muy antiguo: muebles de maderas llenos de cajas, bolsas, plásticos...La dependiente, una chica joven con un moño de pelo rizado y pelirrojo me enseña unas uñas postizas rosas con purprina plateada, de unos 3 cm de largura, (madre mía, ¡qué espanto!, pero al "yo" de mi sueño le encantan). Me las pruebo, pero me doy cuenta de que casi no puedo hacer nada con las uñas puestas, así que decido esperar, todavía quedan unos meses para la boda. Mientras salimos de la "tienda" la chica me enseña unos zapatos rosas de tacón: "Te irán ideales con tu vestido".
De pronto vuelvo a estar en la calle, pero esta vez mi novio lleva un trozo de bizcocho en la mano, sin gluten, por supuesto. Subimos unas escaleras que nos llevan a una azotea, estamos en una cafetería. "Dos cafés con leche" dice él. "Y un donut de chocolate", digo yo. Cuando voy a darle el bocado al donut... BOOM, vuelta a la realidad.
¿Tendrá algún sentido todo esto?

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